NO ME QUIERO Y NO PIENSO QUERERME
Buenos días familias,
Con la llegada de las vacaciones escolares quiero retomar mi faceta profesional de reeducadora de dificultades de aprendizaje. Estoy buscando un espacio en Astillero y en breve podré concretar dónde y cuándo ofreceré estos servicios. Mientras tanto quiero compartir esta frase que me dijo hace unos días un niño y que motiva el texto que le sigue.
“Yo no me quiero y no pienso quererme…”
Esta frase no es una ficción, son palabras textuales de un niño de 6 años. Fueron necesarias un par de clases para que pudiese explicar que no se quiere porque le «cuesta hacer los deberes». No es la primera vez que en mi carrera profesional oigo una afirmación así o más dura incluso. Pero en todas las ocasiones siento una profunda sensación de injusticia y tristeza y me reafirmo en la necesidad de una detección e intervención lo más temprana posible de las dificultades de aprendizaje.
Cuando una niña o niño toma conciencia de que no sigue el ritmo de la clase o no puede hacer cosas que sus compañeros sí hacen, su análisis, inherente a nuestra cultura, es que es culpa suya y que se debe a que es tonto/a. Estos juicios de valor aparecen en todas las edades. A este pensamiento le sigue la puesta en marcha de mecanismos de defensa que pueden variar de unos niños a otros: rechazo frontal a acudir al cole y a cualquier tarea escolar, hiperobediencia y deseo constante de agradar al adulto para compensar, centrarse excesivamente en actividades en las que se sienten cómodos, recalcar su falta de interés para que nadie note que no pueden y piensen que es porque no quieren…
He hablado de pensamientos y conductas pero es la emoción la que invade todo este proceso: la imagen de sí mismo/a como persona está en construcción y se va a ver afectada. La tristeza, la ansiedad, el enfado, la inseguridad… son compañeros de viaje de las dificultades de aprendizaje.
Ojalá una dificultad de aprendizaje fuese un aspecto concreto y puntual, agua en un vaso, pero no es así, se desborda y empapa todo lo que hay a su alrededor. Por eso nos toca a los adultos contener y encauzar, y cuanto antes lo hagamos, mejor.
